Los aficionados que llegaron a Montjuïc vieron sorprendidos como uno de los goles era ocupado en su parte superior por unos 2.800 aficionados de Olympiacos. Unos hinchas con ganas de vociferar y animar a su equipo. Fue una manera de picar al resto de seguidores del Barca que animaron con más insistencia que en otros duelos.
El equipo también ayudó con su juego dinámico. La alegría de Dro y la furia de Fermín dieron coraje a los culés para gritar y, cómo no, pedir en numerosas ocasiones la Grada d’Animación. Una petición que la directiva quiere cumplir en el Spotify Camp Nou, pero que en Montjuïc se antoja imposible. La grada 1957 será una realidad en la nueva casa barcelonista, con 1.200 aficionados de entre 18 y 25 años que podrán animar al equipo.
Ahora, se encuentran repartidos por distintas partes de Montjuïc, dando aliento a los jugadores y dejando que los griegos solo se escucharan de fondo. Los jugadores lo agradecieron con un generoso trabajo que fue correspondido con aplausos desde la grada.
La vida es más fácil sin Gil Manzano
Flick cumplió su palabra de controlarse un poco mejor y gesticuló menos que en otros encuentros. Protestó alguna falta, tuvo un diálogo que otro con el cuarto árbitro, pero no mucho más. También ayudó tener un colegiado UEFA que no irrita tanto como algunos españoles, en especial, Jesús Gil Manzano.
Flick vivió el partido con mucha tranquilidad / Dani Barbeito
El técnico alemán estuvo cerca de Dro y le aplaudió especialmente cuando ayudaba en la presión. Una de las obsesiones del técnico era recuperar la intensidad y el equipo la tuvo en la vuelta a la Champions League. Este Barça presionante, con Fermín tirándose por el suelo, resume las creencias del conjunto de Flick.
Tampoco se volvió loco en las protestas por los dos penaltis señalados por el VAR. En ambos casos, uno en contra del Barça y otro a favor, el videoarbitraje funcionó. Flick vio tranquilo en le segundo tiempo como la goleada aumentaba y escuchó como su nombre era coreado por la grada.
Al final del partido, dijo empatizar con Mendilibar y sus lamentos, “las entiendo”, pero que no quería hablar más de los árbitros. Mendilibar se quejó de las personas “de arriba que deciden comiendo y bebiendo”. La expulsión y el penalti del tercer gol del Barça lo enfurecieron.
Más allá de polémicas arbitrales, la mejor ovación de la noche fue para Pedri con su sustitución. Ya no es noticia que sea el mejor del partido y de sus botas no para de brotar un fútbol espectacular.
La afición de Olympiacos se dejó notar curiosamente en los últimos compases, con el choque totalmente decidido por 6-1. Luego tuvieron que esperar callados como el campo se vaciabatratando de digerir una derrota muy dolorosa. El infierno griego acabó totalmente apagado.