El fútbol europeo vive un momento de esplendor deportivo, con audiencias récord y clubes convertidos en gigantes globales. Sin embargo, bajo esa superficie brillante se esconde una realidad preocupante: muchos de los equipos más poderosos del continente están atrapados en un modelo económico que hace aguas. Un reciente ranking revela que algunas de las entidades más prestigiosas acumulan deudas multimillonarias que amenazan su estabilidad. Y en lo alto de esta clasificación indeseada aparece, una vez más, el FC Barcelona.
El club azulgrana encabeza el listado con cerca de 1.92 mil millones de euros de deuda, una cifra que ilustra la dimensión del problema. Según The Guardian, califica la situación del club “como una montaña de deudas” y explica que el Barça no atraviesa una crisis coyuntural, sino que es la consecuencia de años de gastos desmedidos, una masa salarial que durante tiempo fue la más alta y un cambio de dirección que no ha logrado reventir la situación.
Griezmann, en un Gamper contra la Juventus / David Ramírez
A este contexto se suma la ambiciosa renovación del Camp Nou, un proyecto convertido en símbolo de modernización pero que, a día de hoy, representa una losa financiera. El club confía en que la nueva infraestructura multiplique los ingresos en el futuro, pero hasta entonces debe navegar en un terreno lleno de incertidumbres. La combinación de inversión, deuda y necesidades deportivas deja al Barça en una posición extremadamente delicada, en el filo de un equilibrio que exige precisión quirúrgica. La dirigencia, según dicho medio, defiende que la inversión se amortizará cuando el nuevo recinto empiece a generar ingresos; hasta entonces, la entidad camina “sobre la cuerda floja”equilibrando ambición y supervivencia.

Primer entrenamiento de FC Barcelona en el Spotify Camp Nou / Dani Barbeito
Tottenham y la factura del sueño
El segundo escalón lo ocupa el Tottenham Hotspur, cuya deuda ronda los 1.36 mil millones de euros. La inauguración de su estadio en 2019, valorado en 1.000 millones de libras, se justificó como una apuesta estratégica para convertir al club en una potencia global. Sin embargo, la realidad ha sido mucho más áspera de lo previsto.
El presidente Daniel Levy ha reconocido negociaciones con inversores para gestionar la situación tras reportar pérdidas de 868 millones de libras este año. El estadio, concebido como un motor de eventos internacionales —conciertos, partidos de la NFL, espectáculos de gran formato—, se ha topado con los efectos de los tipos de interés elevados y los sobrecostes estructurales.
Lo que sucede con el Barça y el Tottenham es solo la punta del iceberg. Según Reuters, clubes como Everton, Manchester United, Inter de Milán, Chelsea o Juventus también cargan con pasivos colosales. La ecuación es conocida: salarios que no dejan de crecer, traspasos inflados y una dependencia excesiva de ingresos televisivos que no siempre se reparten de forma equitativa.
Economistas citados por la agencia advierten que el volumen de deuda acumulada en España, Inglaterra e Italia podría comprometer la salud del fútbol europeo a medio plazo. Si los clubes no logran equilibrar sus cuentas, podrían verse obligados a vender estrellas, incrementar precios para los aficionados o buscar capital externo, decisiones que modificarían el ecosistema del deporte.












