Ha pasado históricamente y seguirá pasando. El madridismo no soporta ver cómo el Barça, un equipo al que llaman provinciano sin darse cuenta de que Catalunya es mucho más europea de lo que lo ha sido y será nunca Castilla, triunfa, tiene éxito, exporta e importa talento y gana jugando extremadamente bien, que es la única manera que tiene de hacerlo porque lucha contra un poder enorme que todo lo controla, includo el estamento arbitral (de ahí lo de Negreira, una anécdota, una mancha inapreciable, en la histórica manipulación del madridismo sociológico en todas las competiciones).
El pasado lunes, la PB Mataró recordó en la capital del Maresme la figura de Maradona. Lo hizo con Paco Clos y Luis Fernández, dos ilustres ‘capgrossos’ que fueron compañeros de Diego en el Barça en las dos temporadas que jugó como blaugrana. En aquel acto se habló de los muchos grandes futbolistas que han salido por la puerta de atrás del Camp Nou. Algunos, obviamente, por culpa de la mala gestión del club;otros, en cambio, por lo de siempre: la insorportable levedad del ser madridista ante la imagen de un Barça campeón. De Maradona dijeron de todo y, en muchos casos, aseguraban quienes le conocieron bien y eran sus amigos, absolutas mentiras.
Nico y Lamine, tras ganar la Eurocopa /EFE
Nada nuevo. Ocurrió con Messial que llamaban “enano hormonado” y persiguieron fiscalmente mientras otros futbolistas blancos se iban de rositas. Es superior a ellos y necesitan intentar hundir todo aquello que huele a éxito blaugrana. Aquellos polvos son ahora lodazales repletos de mugre y bichos gracias a las redes sociales que solo quieren dañar al Barça para hacer feliz al presidente predicador y poderoso, ese que quiere vender el club a un fondo de inversión. Comen de su mano y Lamine Yamal se ha convertido en caza mayor. Les importa poco o absolutamente nada que juegue para la selección española (si hubiera elegido Marruecos, tendría a todo un país detrás suyo).
Lo buscan, lo persiguen, insinúan cosas, hablan susurrando, dejan ir recaditos en cada aparición pública, todo ello sin contrastar absolutamente nada, pero con la voluntad inequívoca de hacer daño, de malmeter, de erosionar a una persona que solo tiene 18 años, por muy futbolista del Barça y estrella mundial que sea. Pasa en muchos órdenes de la vida, a muchos niveles, pero los ataques de una caverna sucia y vil hacia Lamine Yamal rozan la demencia. Aquí quedaría bien aquello de “no vale todo”, pero sería perder el tiempo pedir misericordia a quienes han creado su historia a base de manipulaciones y ladrocinios. Lamine solo tiene al Barça. No le dejen solo.













