Lo del Valencia da miedo. Apenas ofrece y cuando lo hace, como en la primera mitad del derbi, la suerte lo abandona. Lo ha mirado un tuerto. Después de sobreponerse al dominio del balón del Villarreal, incluso, superarlo y hacer méritos para haberse avanzado, la polémica arbitral jugó en su contra. Alberola Rojas tiró de VAR para decretar un penalti por un leve pisotón de José Copete a Gerard Moreno. El catalán, en su cita número 300 con el Submarino, acertó engañando a Julen Agirrezabala (0-1, m. 45).
El conjunto de Carlos Corberán había entrado a la hierba dispuesto a dejarse el alma. A borrar de un plumazo todos esos comentarios que durante una nueva y recurrente crisis de resultados han apuntado con especial ahínco a los futbolistas. Con mayor energía que los amarillos, las camisetas de la Senyera se multiplicaron para imponerse en los duelos ganando protagonismo. Con la calidad justa, pero con corazón en exceso.
Replegado en su campo, los locales mordían a la espera de una oportunidad que los de Marcelino eran incapaces de ver entre la maraña formada por un Valencia intenso en la presión, y con una marcha menos después del partido de Champions del martes contra el City. Pese a ello, a los castellonenses les bastó para atacar con un veneno del que los de Mestalla carecen. Pape Gueye obligó a Agirrezabala a dar lo mejor de sí para estirarse abajo y repeler el esférico a córner.
Conforme hacía camino el reloj, poco a poco, los locales lograron desplegarse hasta tocar el área de Luiz Júnior gracias al motor de Javi Guerra. No obstante, también hubo tiempo de comprobar la inoperancia crónica del equipo en los lanzamientos de falta. Pepelu desaprovechó dos francas en la frontal, de los que los especialistas en este arte sueñan de noche.
Cuando mejor estaba el Valencia…
A los 37 minutos, Luis Rioja, Guerra y Pepelu dispusieron de una triple ocasión con disparos rechazados primero por el portero y luego por los defensas. Instantes después, un servicio de Thierry Rendall lo enroscó con la pierna derecha nuevamente el ‘8’. Se marchó muy cerca del poste. Ahí empezó a morir el Valencia, rematados minutos después por el colegiado. Gerard, jugador con más partidos oficiales en la historia ‘grogueta’, no desperdició el regalo.
Mestalla clamó contra el árbitro, mientras los actores principales y el encargado de impartir justicia se retiraron a los vestuarios para el intermedio. El juego se reanudó con un cambio que entonces casi nadie comprendió. Lucas Beltrán, móvil y participativo en su primera titularidadfue sustituido por Hugo Duro. La incidencia de la acción del entrenador en toda la segunda mitad fue nula. Posteriormente, en sala de prensa, el entrenador explicó que el argentino se había retirado por lesión.
Tras un primer acto de hiperactividad y kilómetros, las fuerzas de los valencianistas comenzaron a flaquear y el Submarino emergió en el duelo. Y, muy pronto, cayó la sentencia. Julen hizo todo lo que pudo en un durísimo disparo del ‘9’ amarillo, Mikautadze, por quien han pagado 31 millones. Comeseña recogió la pelota para enviarla a la red entre una defensa desorientada y lenta. Los gestos de cabreo del portero lo decían todo (0-2, m. 57).
El guion del partido ya empezaba a escribirse en su totalidad. El público se desesperaba y, una vez más, desde la grada de animación se señalaba a los jugadores como culpables principales del desastre endémico que persigue al club desde 2019. La mayoría, en otras partes de la grada, callaba. Algún cántico de crítica hacia Lim se oía desde la CN10, pero nunca personalizando en dirección a alguno de los dirigentes que pilotan el club sobre el terreno: Ron Gourlay, Javier Solís o Miguel Corona.
Entre tanto, en los límites del fútbol, el Villarreal se adueñó de la situación, aunque una acción de Arnaut Danjuma pudo haber devuelto la emoción. Un disparo del neerlandés, que se cruzó el área, lo salvó Júnior en un alarde de reflejos y concentración. Diez minutos después, Mestalla se puso en pie para el ‘momento nostalgia’. Lo único que le queda al valencianismo, pasado. Dani Parejo entró al césped entre un tributo atronador de la afición a la que hizo feliz levantando la Copa del Centenario.
Sin presente. El partido había muerto para el Valencia de Corberán desde hacía mucho. Los cambios de Raba y Santamaría solo depararon los pitos para Thierry y Pepelu. La crítica en las gradas, pese a todo, no excede del “Peter, vete ya”quien duerme a miles de kilómetros del ‘Cap i Casal’.
Los jugadores pidieron perdón entre pitos
A diez minutos del final, muchos aficionados comenzaron a salir por los vomitorios e irse a casa. Tras el pitido final, el público y, en especial, la Curva la tomó y silbó a los jugadores, que se acercaron a pedir perdón a los ultras.
El Valencia, tras diez jornadas, queda con nueve puntos a expensas de los partidos Mallorca – Levante y Osasuna – Celta con tal de no caer a descenso antes de la visita del sábado 1 de noviembre al Santiago Bernabéu. El Villarreal, por su parte, es tercero con más del doble de puntos y en zona Champions a las órdenes de Marcelino. El hombre cuya destitución, como es de sobra sabido, inició esta maldición que asfixia al valencianismo. El entrenador al que, como a Parejo, ovacionó la afición valencianista.














