Pocas montañas en Cataluña despiertan tanta fascinación como el Pedraforcasímbolo del excursionismo catalán y uno de los lugares más fotografiados de todo el Pirineo. Su silueta inconfundible, con dos picos separados por una profunda canal, se alza sobre la comarca del Berguedá como un monumento natural que parece desafiar el cielo.
Situado en pleno Parque Natural del Cadí-Moixeróel Pedraforca es mucho más que una montaña. Es un emblema de identidad para los montañeros catalanes, un reto para los amantes del senderismo y un punto de conexión entre naturaleza, historia y leyenda. Su nombre proviene de la forma que dibujan sus dos cimas: el Pollegón Superior (2.506 m) y el Pollegón Inferior (2.445 m)separados por la imponente horcauna canal de rocas y piedras sueltas que ofrece una de las ascensiones más exigentes —y también más espectaculares— del país.
La ruta clásica parte del pequeño pueblo de saldosdonde muchos visitantes aprovechan para pasar la noche o conocer el mirador del Gresolet, que ofrece una panorámica completa del macizo. Desde allí, el Camino dels Cingles conduce hasta el refugio luisa 1.667 metros de altitud, punto de partida habitual para las ascensiones.
A partir del refugio, el sendero se adentra en un bosque de pinos y abetos hasta llegar a la base de la canal. Desde ahí, comienza el tramo más técnico: un ascenso exigente, con fuerte pendiente y terreno pedregoso. Aunque no requiere material de escalada, sí demanda buena forma física y precaución, especialmente en los descensos.
Una vez en la horcael paisaje cambia por completo. La vista se abre a un horizonte infinito donde se dibujan los perfiles del Cadí, el Moixeró y, en días despejados, incluso el Montseny. Desde ese punto se puede continuar hasta el Pollegó Superiorla cumbre principal, en un tramo que exige atención pero recompensa con una de las vistas más espectaculares de Cataluña.
Para quienes buscan una alternativa más accesible, el Circuito Mirador del Gresolet o el sendero que rodea el macizo ofrecen perspectivas impresionantes sin necesidad de afrontar grandes desniveles. En otoño, los bosques del entorno tiñen el paisaje de ocres y dorados, y el ambiente es especialmente tranquilo.
Más allá del desafío deportivo, el Pedraforca forma parte del imaginario cultural catalán. A lo largo de los siglos, ha sido escenario de leyendas sobre brujas y aquelarres, y su figura aparece en canciones, escudos y logotipos. Subirlo es casi un rito de iniciación para cualquier amante de la montaña.
El descenso se realiza normalmente por la Pedraforcauna ladera de piedras sueltas que obliga a avanzar con precaución. Por eso, es recomendable llevar bastones y buen calzado, y evitar la ruta en invierno si no se dispone de experiencia en nieve o hielo.
Al final del recorrido, el regreso a Saldes deja una sensación de logro y respeto. Porque el Pedraforca no solo se sube: se vive. Es una montaña que enseña humildad, esfuerzo y conexión con la naturaleza.














