El laboratorio Empa adapta el blindaje térmico de los satélites para crear sensores médicos y pantallas flexibles que no se rompan por mucho que las dobles o las calientes
Científicos de la institución suiza Empa han cogido el blindaje de los satélites y lo han tuneado para que lo usemos en la Tierra. Han añadido una capa microscópica a la película de aluminio que protege misiones espaciales. Este ajuste frena las grietas cuando el material se retuerce, consiguiendo que la electrónica interna trabaje a salvo de temperaturas extremas.
La noticia la recoge Ingeniería interesantedonde nos cuentan que este escudo es vital ante el aluvión de objetos que estamos lanzando al espacio. Con planes para poner 30.000 satélites en órbita, necesitamos materiales que no se deshagan con el frío espacial. Esta tecnología es la misma que hace falta para que una pantalla se estire hasta las 18 pulgadas sin que los circuitos se partan por la mitad.
Un escudo térmico para dispositivos que se doblan
Lo que tiene mérito es que este invento no se inmuta ante saltos de 200 grados. En órbita baja, esa lámina aguanta 16 cambios diarios de temperatura radical al entrar y salir de la sombra terrestre. Ese castigo destrozaría el plástico de cualquier gadget común, pero este diseño asegura que el equipo no sufra daños, evitando que un pequeño rasguño se convierta en una grieta irreparable.
Esa resistencia es lo que permite que el escudo solar del James Webb se abra tras meses plegado como un acordeón. Los futuros sensores médicos podrán doblarse miles de veces sin que las capas protectoras se rasguen con el roce. Es una solución técnica necesaria en un cielo donde la contaminación por trenes de satélites ya se nota incluso desde la Estación Espacial Internacional.
Llevar este polímero a la medicina permite fabricar parches inteligentes mucho más cómodos y finos. Al controlar esa capa intermedia, los ingenieros fabrican piezas que no fallan con el sudor o el calor del cuerpo. Esto ayuda a que instrumentos avanzados, como los que analizan objetos interestelares tan raros como 3I Atlas, funcionen sin que el frío extremo congele su electrónica.
Este desarrollo se encuentra todavía en fase de pruebas dentro del laboratorio. Los investigadores de Empa están ahora comprobando que el material aguante años bajo la radiación solar antes de intentar fabricarlo a gran escala. El objetivo es que esta resistencia extrema pase de los telescopios espaciales a los dispositivos de monitorización de salud que usamos a diario.












