El fútbol es uno de los deportes más injustos e impredecibles. Que se lo pregunten si no a Osasuna, que ayer se vio superado por un Celta que no dio pie con bola durante la primera hora de partidose vio arrollado por el rival y superado en el marcador con dos goles de Budimir, que incluso falló un penalti. Pero en la última media hora, el equipo vigués solucionó una de sus peores tardes de la etapa de Claudio Giráldez con una eficacia aplastante. Jutglà anotó también el segundo tanto, después de estrenarse en el primer tiempo como goleador con la celeste. El definitivo gol de Pablo Durán llegó en el minuto 87 y daba a los célticos la primera victoria del curso. Increíble. Tres puntos, además, que permiten al equipo vigués escapar de los puestos de descenso y situarse en la decimotercera posición con diez puntos. Una locura de deporte, algo inexplicable. A ello hay que añadir el carrusel de sensaciones y emociones de todo tipo sufridas y vividas ayer por el celtismo antes de explotar de alegría y dar por concluidos ocho días de mucha carga emocional, que empezó con un empate que supo a poco ante el Atlético de Madrid, siguió con el triunfo ante el Niza y el inolvidable homenaje a Aspas y concluyó ayer en la victoria en El Sadar, donde Osasuna no había perdido esta temporada, sumando tres victorias y un empate.

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