En el mundo hay bajo tierra o en el fondo del océano más de 600 bombas fósiles preparadas para estallar en forma de millones de toneladas de gases causantes de la crisis climática. Son megaproyectos en marcha para la extracción de petróleo, carbón y gas cuya explotación supone cada uno la emisión de más de una gigatonelada de CO2 (mil millones de toneladas).
El mapa de estas “bombas de carbono” lo ha dibujado un consorcio de organizaciones no gubernamentales que ya había realizado este ejercicio en 2022 cuando detectó 425 de estos proyectos. Ahora se han añadido 176 más. A eso se le suma que, en los últimos cuatro años, se han abierto 2.300 nuevos proyectos de extracción de combustibles fósiles en el mundo (sin importar su escala).
Todo eso hace que, al quemar el petróleo, el gas y el carbón de estos yacimientos, se vaya a inyectar a la atmósfera 11 veces más carbono que el que podría permitirse frenar el calentamiento global del planeta en 1,5ºC extras al final del siglo. Es decir, cumplir el Acuerdo de París de 2015.
La industria de los combustibles fósiles y sus financiadores están convirtiendo en humo el Acuerdo de París. Sus intereses económicos siguen prevaleciendo sobre un colapso climático irreversible
Lou Welgryn
— Director de Datos para el Bien
El director de Data for Good –una de las organizaciones implicadas en este proyecto–, Lou Welgryn, considera que estos datos muestran que “la industria de los combustibles fósiles y sus financiadores están convirtiendo en humo el Acuerdo de París. Sus intereses económicos siguen prevaleciendo sobre un colapso climático irreversible”.

Mapamundi de las ‘bombas’ de carbono
Países con más de 10 megaproyectos de combustibles fosiles
(entre paréntesis el número de ‘bombas’ detectadas en 2023).
Yacimientos de carbón, petróleo y gas cuya extracción supone la emisión de más de un gigatonelada de gases de efecto invernadero
*no estaba en este grupo anteriormente
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: CARBONBOMBS.ORG

Mapamundi de las bombas de carbono
Países con más de 10 megaproyectos de combustibles fosiles
(entre paréntesis el número de ‘bombas’ detectadas en 2023).
Yacimientos de carbón, petróleo y gas cuya extracción supone la emisión de más de un gigatonelada de gases de efecto invernadero
*no estaba en este grupo anteriormente
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: CARBONBOMBS.ORG
De los 601 proyectos detectados, 498 son acaparados por una docena de países con más de 10 bombas cada uno. China tiene 256 de estos planes, seguida de Rusia con 52 y EEUU con 28. El resto del grupo está compuesto por Arabia Saudí, Australia, Canadá, India, Irak, Irán, Qatar, Brasil e Indonesia (estos dos últimos se han incorporado recientemente).
Cuando se realizó por primera vez una lista detallada de bombas de carbono, los autores ya calcularon que los grandes yacimientos eran responsables del 45% de la producción mundial y que había más de 100 nuevos planes que, unos años después, han visto cómo iban tomando forma.
Y si se pretende sacar los fósiles del subsuelo o del fondo marino es para venderlos y que se usen porque proyectos de esta dimensión “necesitan años de planificación, autorizaciones y financiación de miles de millones así que, hasta que recuperan esa inversión inicial, suele pasar una década”, detalla este trabajo sobre yacimientos de grandes dimensiones.
Las ‘bombas’ de carbono son la prueba de fuego del compromiso de la comunidad internacional. Sin embargo, las compañías, los bancos y los estados ricos todavía ponen miles de millones para perforar y extraer combustibles fósiles
Kjell Kühne
— Director de la iniciativa Déjalo en el suelo
El autor de ese papel y director de la iniciativa Leave it in the Ground (déjalo bajo tierra), Kjell Kühne, explica ahora que “los combustibles fósiles deben ser abandonados y las bombas de carbono son la prueba de fuego del compromiso de la comunidad internacional para avanzar en esa dirección. Sin embargo, las compañías, los bancos y los estados ricos todavía ponen miles de millones para perforar y extraerlos”.
Las compañías que lideran estos planes, según el análisis de este consorcio, son TotalEnergies, China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), Eni, BP, y Shell. De estas dos últimas, BP ya anunció este año que preveía abandonar sus planes para reducir la producción de petróleo y Shell ha debilitado sus compromisos para recortar las emisiones de gases aduciendo “la seguridad energética y la rentabilidad”. Las seis petroleras más importantes de Canadá hicieron desaparecer sus compromisos para alcanzar las cero emisiones netas.
Y respecto a la financiación, el consorcio ha detectado que “los 65 mayores bancos del mundo han continuado apoyando la extracción de combustibles fósiles con 1,6 billones de dólares destinados a las compañías involucradas en estas bombas desde 2021”.
Las tornas han cambiado
2021 es un año relevante porque fue la primera vez que pudo incorporarse el término “combustibles fósiles” en una decisión de la Cumbre del Clima de la ONU. Y no fue hasta dos años después que se pidió oficialmente “transicionar lejos” del petróleo, el carbón y el gas como acción para atajar el cambio climático. Esto a pesar de que la quema de combustibles fósiles es responsable del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
También en 2021, la Organización Internacional de la Energía, publicó su Hoja de Ruta hacia las emisiones cero en la que analizaba que no podía invertirse ya en nuevos proyectos de petróleo, gas o carbón si se quería cumplir con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC al final del siglo. La actual vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, afirmaba en ese 2021: “Casi nadie entiende ya que se invierta dinero en financiar este gran problema que tenemos”.
Dos años después, el mismo organismo revisó su informe y reafirmó que no había “espacio” para nuevas actividades relacionadas con los combustibles fósiles. El mensaje era que, para conseguir aplacar el calentamiento global que provoca la quema de estos combustibles, había que dejar de buscar nuevos yacimientos y de financiar la extracción de petróleo, carbón o gas con nuevos proyectos.
Claramente, las tornas han ido cambiando. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con su “perfora baby perfora”, la estrategia de Putin en Rusia, y el discurso de otros países como el presidente del último anfitrión de la Cumbre del Clima, el azerí Ilham Aliyev quien habla de los combustibles fósiles como de “regalo de Dios”, han resquebrajado el esfuerzo anticambio climático.
El nuevo ambiente quedó claro cuando el director ejecutivo de la OIE, el turco Fatih Birol, dijo este año que quería “ser muy claro: hará falta nueva inversión sobre todo para compensar los yacimientos actuales que están agotándose. Hace falta inversión para la producción. Punto final”.
Es decir, el director ejecutivo contradijo abierta y directamente las directrices marcadas por su propia institución desde 2021 –y refrendadas en 2023–.
La situación es que, a pesar de que se marcan récords de producción eléctrica a base de energías renovables, los países productores de petróleo, carbón y gas tienen pensado sacar mucho más, no menos, en los próximos años.
Mientras, el CO2, el principal gas detrás de la crisis del clima, no para de crecer y ha llegado a niveles de concentración en la atmósfera nunca vistos.














