Llegaba el Barça a Brujas consciente de que iba a medirse a un rival de esos férreo, duro, consistente e intenso ante el que habría que armarse de paciencia y, sobre todo, no cometer errores. Lo primero lo hizo bien; lo segundo, no. Muy mal. De hecho, fueron dos ‘cagadas’ en la salida del balón las que provocaron los goles de los belgas, que jugaron el partido que habían planeado, todo lo contrario que los de Pol Planas.

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