El fútbol es un deporte indescifrable. El Celta sumó su primer triunfo liguero después de firmar una de las peores horas de juego que se le recuerdan. Pero en el último tramo de partido, tras los cambios de Claudio y la entrada de futbolistas que no se asustan con la pelota en los pies (Sotelo, Mingueza y Aspas), el equipo vigués empezó a encontrar situaciones de peligro y Pablo Durán ajustició a los navarros con una contra que decidió el partido en el minuto 87. Un espaldarazo para el grupo de Claudio que corría el peligro de meterse en una dinámica terrible.
Es difícil explicar lo sucedido en la primera hora de juego. Un Celta terrorífico con la pelota y sin ella. Claudio sorprendió con la presencia de Aidoo (de vuelta un año después) y de Manu Fernández en la alineación titular. Seguramente como antídoto al juego aéreo del Osasunapero lo cierto es que nada funcionó. La defensa fue un flan y a eso hay que sumar que el Celta era incapaz de ofrecer una solo idea en ataque. El único recurso era balón largo a Borja y que el santiagués habilitase a sus compañeros, un plan que los rivales conocen a la perfección. Fuera de eso, la nada. Pero sin embargo a la media hora de juego el Celta se encontró el gol en un error de Osasuna que aprovechó Jutglá con un remate por alto sobrado de clase.
Al Celta le duró poco la ventaja. La consecuencia de su debilidad defensiva, de su fragilidad y de su inconsciencia. En uno de tantos centros Manu Fernández abrazó de manera infantil a Budimir y el penalti lo transformó el delantero navarro con facilidad. Era la tónica del partido que se jugaba en el área del Celta donde Radu era lo mejor y a su alrededor todo el mundo temblaban como infantiles. En otro saque de esquina Budimir acertó en un remate extraño que sorprendió al meta rumano del equipo vigués. El 2-1 del descanso era lo lógico visto lo sucedido en el partido.
El segundo tiempo caminaba en la misma dirección aunque al menos el Celta consiguió que Osasuna pisase mucho su área pero no rematase. Pero no sucedía nada más. Porque con la pelota el Celta era un dolor absoluto, con una competición para ver quién perdía el balón de manera más ridícula. Claudio a media hora para el final dio entrada a Sotelo y Mingueza para cambiar algo la cara del equipo. Porque el equipo empezó a tener la pelota mientras crecían otros futbolistas como Ilaix. En un saque de esquina el Celta empató por medio de Jutglá que se encontró en el área pequeña un balón que recorrió la frontal de la portería. Esa acción cambió el partido porque Osasuna se quedó algo tocado aunque se encontró un penalti que Budimir lanzó alto para dar aire a un Celta que fue mejorando con el paso de los minutos.
Por fin el equipo vigués amenazaba en sus ataques y mucho más desde la entrada de Aspas. Jutglá se encontró con Sergio Herrera tras una gran jugada. Fue el aviso de lo que vendría. Aspas habilitó a Pablo Durán con un gran pase al espacio y el tomiñés resolvió con enorme clase ante la salida del portero navarro. De ahí al final el Celta defendió con seriedad y sin grandes agobios. Un triunfo que vale un mundo.















