El fútbol genera debates interminables. Cada decisión de un entrenador, actuación de un futbolista o resultado de un partido provoca un sinfín de reacciones que no siempre tienen que coincidir. En INFORMACIÓN tomamos el pulso a temas de actualidad con “Polos Opuestos“, un espacio para la reflexión y el contrapunto.
La pregunta que lanzamos esta semana tiene que ver con la crisis abierta en el Hércules por el mal inicio de temporada. ¿A qué espera Enrique Ortiz para actuar con Torrecilla?
Más vale malo conocido…, por David Marín
El problema principal del Hércules con Rubén Torrecilla sigue siendo el mismo que hace semanas: no haber tomado la decisión correcta en el momento adecuado, que era en verano. Ahora al extremeño se le podrán reprochar defectos (o falta de virtudes en esta superior categoría), pero la serie de catastróficas desdichas que acompañan al equipo es incuestionable: nueve lesionados, partidos suspendidos, una destitución no ejecutada, un casting de posibles nuevos entrenadores sin concluir…
La pregunta a hacerse ahora es sencilla: ¿quién va a ser capaz de levantar esta situación? El Hércules no tiene un problema de conexión entre su entrenador y el vestuario, eso ha quedado claro. Las cifras, más que claras (sobre todo a domicilio, impropias de la historia blanquiazul), no engañan. Ni ahora ni el año pasado. Insisto: el problema con Torrecilla en noviembre es exactamente el mismo que en junio. Alguien o no lo vio o no lo quiso ver. Echar a Torrecilla sin un sustituto de garantías, creyente en este proyecto, con la confianza del propietario y valiente para asumir la dura realidad en el césped, en la enfermería y en la clasificación contentaría al público sediento de sangre ante tanta decepción. Dudo que funcione. Quizás sea mejor malo conocido…
Los afectos no dan puntospor Pedro Rojas
Nada mejora solo con esperar. Nada se cura por irse a dormir. No se ganan partidos por empatía emocional. El cariño está muy bien para organizar barbacoas, para reunirse en Navidad, para abrazarse cuando uno necesita afectos que sanar. Pero para sumar puntos se ha demostrado que no. Que con la querencia y la ternura lo único que se logra es fortalecer vínculos, pero no triunfos lejos de Alicante.
Los números desconsuelan. Son inadmisibles. Resultan escandalosos. Y no ha cambiado nada. Los problemas futbolísticos son idénticos desde el salto de categoría, seguramente antes también, solo que entonces se podían camuflar mejor en mitad de la medianía general de la Segunda RFEF. La defensa es invisible cuando el Rico Pérez no fiscaliza. Y se puede tener la tentación de creer que son los jugadores los que fallan porque ofrecen caras muy distintas.
Sin embargo, eso sería hacerse trampas, retorcer la realidad para adecuarla a tu discurso porque los futbolistas han cambiado, pero las carencias son las mismas, sobre todo en la contención. Cualquiera, en ascenso o descenso, se planta mano a mano con tu portero sin apenas esfuerzo. Haber perdido el 80% de los puntos como visitante no es un frío dato, es la demostración de que el nivel de exigencia en el club ha bajado tanto que, sin actuar, hablar de volver al fútbol profesional suena a broma de mal gusto.















