eres un Jesús Gil Manzano le dicen que el Bayer Leverkusen – París Saint Germain que tenía que arbitrar este martes por la noche en Alemania terminaría con un 2-7, seguramente no se lo creería. Si, además, le asegurasen que sería uno de los protagonistas después de señalar dos penaltis y sacar dos tarjetas rojas directas en 15 minutos, es probable que pensase que lo están enredando. Sin embargo, todo lo mencionado fue la pura realidad en el BayArena.
El colegiado extremeño, protagonista el pasado sábado por expulsar a Hansi Flick en el Girona – Barça (1-2)volvió a centrar todas las miradas en competición europea. El encuentro comenzó con el PSG dominando con claridad. A los seis minutos, En eso adelantó a los parisinos con un certero cabezazo tras un centro medido de Nuño Mendes. Pero lo que parecía una velada tranquila se transformó rápidamente en una noche complicada para el español.
15 minutos frenéticos
Preferidoen dos acciones torpes defensivas, y andrichcon un codazo directo a la cara de Dotadolo convirtieron en actor principal del duelo. Primero señaló un penalti del ucraniano por mano en un forcejeo con Echeverri; después expulsó al centrocampista alemán al considerar que el golpe que le propinó al atacante francés fue una agresión. Finalmente echó a la calle al citado defensor del PSG por cometer otro penalti, esta vez sobre ser el mismoa quien agarró de la camiseta durante la infracción. El problema es que todo eso sucedió en un lapso de 15 minutos, del minuto 23 al 37.
Zabarnyi se lamenta tras cometer el segundo penalti del partido /EFE
A partir de ahí, el PSG desató la tormenta y facilitó el choque para Gil Manzano: tres goles en apenas tres minutos -dos de Dotado y uno de Kvaratskelia– sentenciaron el duelo antes del descanso. En la segunda parte, Nuño Mendes, El de Dembélé y vitinha ampliaron la goleada hasta un escandaloso 2-7 final.
Un partido de locura que llegó tres días después del polémico derbi catalán, que se cerró con la expulsión de Cuál Película y el gol de Ronald Araújo en el descuento, desató la locura de todo el barcelonismo, incluido el entrenador alemán.