Parecen accesorios de un sueño: una reluciente botella roja de Coca-Cola, un pez dorado, un elegante avión de Ghana Airways, una langosta a medio pintar. Sin embargo, no se trata de meras esculturas, son ataúdes. En el sur de Ghana, los muertos son enterrados en ataúdes con forma de taxis, zapatillas Nike, botellas de cerveza o incluso mazorcas de cacao. Cada ataúd, tallado con meticuloso detalle y recubierto de un color radiante, cuenta una historia de quién era la persona y, tal vez, quién deseaba ser.
Una tradición nacida de la realeza y la reverencia.
La tradición de los ataúdes de fantasía de Ghana, conocidos localmente como abebuu adekai o “cajas de proverbios”, proviene del pueblo Ga de la región del Gran Accra. En siglos anteriores, los jefes Ga eran transportados en elaborados palanquines durante las ceremonias, sillas de madera ornamentadas que significaban estatus y reverencia. Cuando un jefe moría, a veces era enterrado dentro de ese mismo palanquín, un gesto final de dignidad acorde con su posición. Este vínculo simbólico entre el palanquín y el ataúd sentó las bases de lo que se convertiría en una de las formas de arte más reconocibles de Ghana. A mediados del siglo XX, un joven carpintero de Teshie, un suburbio costero cerca de Accra, elaboró un palanquín con forma de mazorca de cacao para un jefe local. Cuando el jefe murió antes de que pudiera celebrarse el festival, fue enterrado en él. El llamativo ataúd atrajo multitudes, despertando curiosidad y admiración.No mucho después, el mismo artesano enterró a su abuela en un ataúd con forma de avión, un tributo a su fascinación de toda la vida por los aviones que sobrevolaban el nuevo aeropuerto de Accra. Fue un acto de afecto que simbólicamente le concedió un viaje que nunca había hecho en la vida. Ese único gesto democratizó la tradición, rompiendo su exclusividad real y haciéndola accesible para los ghaneses comunes y corrientes, permitiendo a la gente común soñar y ser recordada en símbolos de su propia elección.
El oficio de contar historias a través de la madera
Hoy en día, en los talleres de Teshie y Nungua, los artesanos todavía utilizan herramientas sencillas hechas a mano para tallar ataúdes de fantasía en madera local. El lijado, el modelado y la pintura se realizan a mano. Cada pieza está diseñada para representar algo profundamente personal: un pescador puede elegir un pez o un barco, un agricultor una vaina de cacao y un barbero una cortadora de cabello. Algunos optan por símbolos de aspiración, un coche de lujo, un teléfono móvil, incluso una casa.

Hombres cargan el ataúd de fantasía del fallecido Robert Nii Anang Obodai, ex propietario de una escuela, durante su funeral, en Accra, Ghana, el sábado 26 de julio de 2025. (Foto AP/Misper Apawu)

Se exhiben ataúdes de fantasía en la carpintería de Eric Kpakpo en La, Accra, Ghana, el miércoles 23 de julio de 2025. (Foto AP/Misper Apawu)
En los talleres locales, modelos más pequeños muestran las posibilidades: jeringas para médicos, botellas de cerveza para entusiastas, camiones para conductores y casas para propietarios. Cada diseño tiene significado y combina humor, orgullo y espiritualidad. Para los ghaneses, los funerales no son simplemente ocasiones de duelo, sino celebraciones de una vida bien vivida, un “regreso a casa” marcado por la música, el baile y el color.

Ataúdes de fantasía elaborados por Nicholas y su familia se exhiben en su sala de exposición en Teshie, Accra, Ghana, el martes 29 de julio de 2025. (Foto AP/Misper Apawu)
Los ataúdes suelen costar entre 300 y 1.000 dólares, dependiendo de la complejidad. En un país donde muchos ganan menos de 3 dólares al día, ese gasto es considerable. Las familias a menudo reúnen recursos o reciben apoyo de la comunidad para costear estas creaciones personalizadas. Para algunos, un ataúd de fantasía es un lujo supremo; para otros, un acto simbólico de respeto y amor.
Fe, simbolismo y el más allá
Los funerales en Ghana son eventos sociales de gran importancia, donde las creencias cristianas frecuentemente se mezclan con el pensamiento espiritual tradicional. Los muertos no se consideran desaparecidos sino transformados, antepasados que conservan influencia sobre los vivos. Un ataúd hermoso y bien elegido puede ayudar a garantizar la buena voluntad del mundo de los espíritus. Estos diseños personalizados suelen ser aspiracionales y reflejan no sólo quién era el difunto sino también en quién podría haber soñado convertirse. En un país marcado por dificultades económicas, el ataúd puede servir como emblema de orgullo: una declaración de que, incluso en la muerte, la dignidad perdura. Si uno no pudiera permitirse un coche, un avión o una gran casa en la vida, al menos podría dejar el mundo en el que se encuentra.
De talleres locales a museos internacionales
Lo que comenzó como una costumbre regional se ha convertido en una forma de arte celebrada internacionalmente. En 1989, se exhibieron ataúdes de fantasía ghaneses en Magos de la Tierrauna exposición histórica en el Centro Georges Pompidou de París, y más tarde en África explora en 1992 en el New Museum of Modern Art de Nueva York. Estas exposiciones presentaron al mundo la brillantez del arte funerario de Ghana, fusionando artesanía, simbolismo y narración de maneras que pocos habían visto antes.

Ataúdes de madera elaborados por el escultor ghanés Seth Kane Kwei (también conocido como Kane Quaye) en su ciudad natal de Accra, África occidental, en exhibición en el Museo Nacional de Historia Funeraria en Houston, Texas.
Desde entonces, los ataúdes de fantasía han viajado mucho más allá de África occidental. Coleccionistas y museos de más de veinte países han adquirido estas extraordinarias obras, apreciándolas tanto como escultura contemporánea como patrimonio cultural. Sin embargo, a pesar del reconocimiento internacional, el oficio sigue firmemente arraigado en la comunidad. Los talleres locales continúan produciendo ataúdes para funerales cada semana, y sus vibrantes exteriores se llevan por las calles de Accra en procesiones llenas de tambores, bailes y celebraciones.
El legado vivo
La tradición de los ataúdes de fantasía ha perdurado durante más de medio siglo y se ha transmitido de generación en generación de artesanos. Los talleres establecidos en la década de 1980 todavía funcionan hoy, dirigidos por descendientes y aprendices que combinan técnicas antiguas con creatividad moderna. Aunque la atención global ha traído fama y turismo, la artesanía sigue siendo profundamente local: una forma de narración que conecta a los vivos y los muertos a través de la imaginación y el respeto. Al final, estos ataúdes son más que curiosas obras de arte. Son reflejos de la perdurable creencia de Ghana de que la vida y la muerte son parte de un viaje continuo, que puede afrontarse con humor, gracia y un toque de esplendor. Ser enterrado en un pez, un zapato o un avión no es una excentricidad; es filosofía plasmada en madera. Tanto en la muerte como en la vida, los ghaneses que eligen estos fantásticos buques hacen una declaración simple y profunda: Vamos como vivimos, con orgullo, color e historia.















