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Ángel Rivera, meteorólogo: “Hay que agilizar las decisiones frente a las danas, que no haga falta pasar por los políticos”

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En materia de danas y lluvias torrenciales, pocos meteorólogos tienen tanto conocimiento y experiencia como Ángel Rivera. Con cuarenta años dedicados a la predicción, el que fuera portavoz de Aemet entre 2005 y 2012 comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Meteorología (INM) cuando aún se llamaban “gotas frías”. Él fue la persona que les cambió el nombre y quien ideó el acrónimo de “depresiones aisladas en niveles altos” (dana) —en homenaje a su maestro, Francisco García Dana—, que se ha convertido en triste protagonista de las predicciones meteorológicas.

En su libro Hoy (Létrame, 2025), Rivera explica la física atmosférica que subyace en estos episodios y propone algunas mejoras para el sistema de avisos, siguiendo ejemplos como el británico y estadounidense, donde se activan los protocolos de manera casi automática. Charlamos con él con motivo del aniversario de la dana de octubre de 2024 que dejó 237 muertos.

Se va a cumplir un año de la dana de Valencia, ¿cuál es la principal lección que nos dejó un episodio tan dramático como este?

Yo creo que la necesidad de una coordinación y de una comunicación mucho mejor entre meteorólogos, hidrólogos y Protección Civil. La conexión tiene que ser mucho más profunda, mucho más coordinada. Eso, dando por supuesto que luego a otros niveles exista la coordinación que tiene que existir.

La gestión exitosa de las posteriores danas, ¿no es una prueba de que no falló la información meteorológica ni la coordinación, sino quienes tomaban las decisiones?

Pero, aun así, echo de menos mayor comunicación con el público. La gente tiene que tener información más actualizada continuamente, para poder también autoprotegerse, tiene que haber más flujo de información.

Lo primero que hicieron algunos políticos, como Feijóo o Mazón, fue señalar a los científicos como responsables de la situación. ¿Hasta qué punto esto es perjudicial de cara al futuro?

Es una cosa que suele pasar. Cuando yo era portavoz, también era la meteorología la que acababa pagando los platos rotos. Además, yo creo que tampoco se conocen bien realmente los planes de aviso, porque se hablaba de que había llovido mucho más que 180 milímetros. Y hay que tener claro que 180 milímetros es el umbral inferior del aviso rojo y a partir de ahí puede llover 300 o 400 y es muy difícil que los modelos te digan la cantidad exacta. Lo que sabes es que es una situación muy crítica para vidas y bienes.

La gente tiene que tener información más actualizada continuamente, para poder también autoprotegerse, tiene que haber más flujo de información

¿Sabemos ya qué pasó exactamente para que se formara semejante monstruo?

La Aemet publicó una memoria sobre el tema, pero yo creo que hay que profundizar más. Fue un acontecimiento verdaderamente potente. Siempre jugamos con la humedad y el aire del mar muy caliente, que es el combustible, pero yo creo que intervinieron más factores. Siempre hace falta un motor en capas altas, que hace que el aire ascienda y se crean esos potentes cumulonimbos. Yo creo que ese día sobre la zona del barranco del Poyo probablemente hubo una inyección energética muy potente a niveles máximos de viento en altura. Y cuando aumenta mucho, la atmósfera se desequilibra y esas corrientes transversales, a mi modo de ver, fueron las que potenciaron el crecimiento de nubes.


El meteorólogo Ángel Rivera, durante la entrevista.

¿Qué es el CEVRA?

Es un Centro Estatal de Vigilancia de Riesgos Ambientales cuya creación propongo: porque estamos ante un tipo de fenómenos de tipo natural que nos están retando cada vez más, desde incendios hasta inundaciones. Tendría que haber un organismo científico y técnico en el que estén trabajando de una manera coordinada todos estos especialistas y lleven un control de esa situación. El último responsable de dar un aviso será siempre la comunidad autónoma, pero este organismo transversal tendría todas las claves de lo que va a pasar. Y eso permitiría tomar decisiones muy rápidas, incluso a los responsables técnicos, sin pasar por los políticos, porque en una situación relámpago, como empieces a hablar has perdido. Hay que reaccionar con márgenes de tiempo muy estrechos, de 20 minutos, y agilizar la toma de decisiones.

O sea, diseñar sistemas en los que baste casi con darle a un botón, sin tener que hablar con 14 personas o esperar a que alguien aparezca en una reunión.

Es que vamos a un tipo de fenómeno tan violento y tan rápido que muchas veces no nos sirve ya la estructura que tenemos. Hay que ser mucho más ágiles en todo esto, pero tiene que ser saliendo de una reflexión consensuada entre los responsables.

Vamos a un tipo de fenómeno tan violento y tan rápido que muchas veces no nos sirve ya la estructura que tenemos

Esa sí que es una buena lección que nos dejó la dana, ¿no?

Pero este país es tan difícil que la coordinación parece un sueño.

Uno de los malentendidos que describe en su libro es que tendemos a pensar que la dana está justo encima del sitio donde se producen más daños y no es así, ¿verdad?

El problema se produce sobre todo en la zona delantera de la depresión donde, por dinámica atmosférica se crean corrientes ascendentes. Si coge debajo el mar Mediterráneo, con su gasolina de 98 octanos de aire cálido y húmedo, eso es explosivo.

La situación más frecuente es que se sitúe sobre el Golfo de Cádiz y que las lluvias torrenciales vayan a la costa mediterránea, ¿no?

Eso es. Fíjate que para que se formen ascensos verticales muy potentes hacen falta tres cosas. Hace falta lo que llamamos una dirección de vorticidad, que entre aire cálido y húmedo por abajo y que la nube se desestabilice hasta crear otra circulación que se retroalimenta. Y otra cosa que pasa es que no todas las danas dan lluvias torrenciales, ni todas las lluvias torrenciales son danas. Por eso lo de poner nombre me preocupa.

Le iba a preguntar justo por eso. Usted, que fue parte del equipo que acuñó el nombre de “dana”, no está muy de acuerdo con que les pongan nombres propios. ¿Por qué?

Yo lo que creo que hay que identificar en el área mediterránea son los temporales de lluvias intensas o vientos intensos. Si anuncias un temporal de lluvias intensas en el que son posibles 300 milímetros también avisas a la opinión pública.

¿Su temor es que se gaste la palabra, como pasó con “gota fría”?

Es que ya se ha gastado, ya prácticamente se está hablando de dana como equivalente de lluvias torrenciales. Y en cualquier situación que venga de lluvias torrenciales volverá a pasar lo mismo. Esto de los nombres propios se origina a finales de los 90 en Europa, por una serie de tormentas de borrascas muy fuertes, pero las danas tienen un pronóstico mucho más difícil. Puede que caigan 200 litros en un sitio y ningún litro a diez kilómetros de distancia. Discriminar de antemano y poner nombres a las danas me parece peligroso, porque puede parecer que si no tiene nombre no me ocupo de ella. Cuando de las danas hay que ocuparse siempre, porque son un poco traicioneras.

Discriminar de antemano y poner nombres a las danas me parece peligroso, porque puede parecer que si no tiene nombre no me ocupo de ella

¿Cómo le pusieron nombre al fenómeno?

Fue en los años de Mariano Medina y todo era ya gota fría. Ya había pasado lo que está pasando ahora con la dana, que servía igual para un roto que para un descosido. Estuvimos dando vueltas bastantes veces al nombre que poner ahí y surgió la idea de depresión, borrasca aislada en niveles altos y al final nos salió lo de “DANA”. Y además coincidía con el apellido de un maestro de meteorólogos, Francisco García Dana. Lo curioso es que lo utilizamos durante 15 años en publicaciones técnicas y no era conocido por el público hasta que saltó a la fama.


Ángel Rivera, meteorólogo y autor del libro "Hoy".

Todo esto irá a peor con el cambio climático pero, contraintuitivamente, ¿puede que no haya más número de danas, sino que sean más intensas?

Eso es lo que discuto en el libro. Si el chorro polar se está haciendo más ondulado, lo lógico es que se estrangule más veces y suelte más danas. Pero es verdad que va a estar a latitudes más altas, con lo cual la cuestión es si esas danas, aunque se formen, van a llegar hasta la península ibérica o se van a quedar más en Europa central. Ese es un tema que está poco resuelto todavía. Y luego vamos a tener seguramente más circulaciones subtropicales que van a subir también, y esa es una meteorología que tenemos todavía muy poco conocida.

Ese chorro subtropical también nos trae ríos atmosféricos y más humedad, ¿no?

Sí, ha funcionado así hasta ahora. Digamos que hay veces en que se crean desde el Caribe grandes circulaciones de aire tropical y subtropical que llegan hasta nuestras zonas y son las que provocan los temporales de lluvia. Lo que pasa es que da la impresión de que ahora se está comportando un poquito de otra manera. Echo mucho de menos más investigación sobre todo esto, porque nos jugamos mucho. Nos hemos centrado en el combustible y en las capas bajas, y eso está perfecto y hay que seguir con ello, pero, cuidado, que el motor está arriba y el motor yo creo que está cambiando.

Echo mucho de menos más investigación sobre todo esto, porque nos jugamos mucho

Todos los meteorólogos y climatólogos con los que hablo han llegado a la misma conclusión: la atmósfera está descabalada y es cada vez más inestable.

Lo que pasa es que al avanzar el aire en la atmósfera subtropical hacia el norte, todo se reajusta. Eso lo que está haciendo es producir grandes ondas en la atmósfera, de modo que cuando asciende una dorsal te crea una ola de calor y si te coge la zona de vaguada te puede crear danas.

¿Nos dirigimos a un clima de extremos todo el tiempo?

Claro, vamos hacia climas más extremos y además hay que tener en cuenta que hay más energía en la atmósfera. Al ser aire subtropical es un aire más cálido y húmedo, cualquier fenómeno puede tener más energía que si no fuera ese aire subtropical.

Todo esto se produce en un contexto en el que el poder intenta deteriorar la credibilidad de las fuentes científicas. O en que los medios ponen el foco en un chaval que predice el tiempo mirando las hormigas. ¿Están minando la credibilidad de los expertos?

Lo que pasa es que nadie quiere convencerse de que la predicción siempre es una probabilidad. Te dicen: usted no me hable de probabilidad, dígame si va a llover o no va a llover. Y eso es engañarse a sí mismo. La realidad es que tiene usted un 70% de que le caigan 200 litros en esa mañana. Y si usted quiere inventar otra cosa, invéntelo. Pero no se lo atribuya a los científicos, porque los científicos llegan hasta donde pueden y hay que vivir con eso. Como en tantas cosas en la vida, que todo son probabilidades, pero no nos gusta.

¿Qué siente cuando escucha a un popular jugador decir que los aviones nos fumigan con sustancias químicas y que las estelas no son nubes?

Cada uno se distrae como puede.

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