Cada año, cuando el calendario marca el final de octubre y los vientos del otoño comienzan a enfriar la tierra, el mundo se prepara para la noche más mágica del año: Halloween. Sin embargo, detrás de los disfraces, las calabazas y las luces de neónse esconde una historia ancestral que nos conecta con un pasado espiritual más profundo.

Antes de que la religión, la cultura y el comercio transformaran esta celebraciónexistía Samhain, un festival celta que marcaba el fin del ciclo agrícola y el comienzo del invierno. Era el momento en que, según las antiguas tradicionesel velo entre los vivos y los muertos se hacía más delgadopermitiendo el contacto con los ancestros y el misterio del más allá.

Los celtas celebraban Samhain como un umbral entre el año que moría y el que nacía. Las hogueras se encendían para iluminar el camino de las almaslas ofrendas se colocaban en los hogares y los druidas interpretaban presagios que anunciaban el destino de las aldeas. No había miedo a la muerte, sino respeto por su papel en el ciclo natural de la existencia. Pero con la expansión del cristianismo, esta celebración pagana fue absorbida y transformada.

Con el paso de los siglos, las hogueras se convirtieron en velas, las ofrendas en panes bendecidos y los disfraces en una forma de “ahuyentar” al mal. Lo que alguna vez fue una noche de conexión espiritual con los ancestros terminó envuelta en un discurso de pecado y castigo.

Sin embargo, el espíritu de Samhain nunca desapareció. Sobrevivió en los gestos cotidianos: una vela encendida por los que ya no están, una calabaza en la ventana o un rezo silencioso al caer la noche. Lo que la Iglesia quiso moralizar se volvió tradicióny lo que era rito se transformó en cultura. Hoy, Halloween no es solo una fiesta moderna: es el eco de aquel antiguo fuego que se negaba a apagarse.

Astrológicamente, esta temporada coincide con el ingreso del Sol en Escorpiosigno asociado con la muerte, la transformación y el renacimiento. No es casual que la humanidad celebre el fin y el comienzo de los ciclos bajo esta energía. Escorpio invita a mirar las sombras sin miedoa renacer desde lo profundo y a reconocer que la oscuridad no es enemiga, sino parte del proceso vital. Este año, el cielo del 31 de octubre de 2025 presenta una combinación de tránsitos especialmente poderosos que refuerzan ese simbolismo de purificación y cambio.

El Sol y Marte en Escorpión iluminan el inframundo emocional, invitando a liberar lo reprimido y transformar el dolor en fuerza. Son días para realizar rituales de cierreescribir lo que ya no tiene cabida en nuestras vidas y quemarlo simbólicamente. Mercurio en Sagitario abre una puerta a la intuición: las ideas fluyen como mensajes del alma, las coincidencias se multiplican y la mente racional cede espacio a la sabiduría interior. La Luna en Piscis, por su parte, añade una nota de sensibilidad y conexión espiritual: es el momento perfecto para meditar, soñar o sentir la presencia de quienes ya partieron.

Venus en Libra equilibra el dramatismo de estos tránsitos con belleza y armonía. Nos recuerda que la oscuridad también puede ser estética, que los rituales pueden ser actos de amor y no de miedo. Urano retrógrado en Géminis agita la mente con revelaciones y nuevas formas de pensamiento, como si el universo invitara a romper los viejos hechizos mentales.

Signo de Escorpión.

Júpiter en Cáncer intensifica los lazos con la familia y los ancestros, convirtiendo Halloween en una oportunidad para recordar con ternura, no con tristeza. Plutón en Acuario, por su parte, amplifica la energía colectiva: las meditaciones grupaleslas redes y los encuentros espirituales se vuelven una nueva forma de alquimia moderna.

Neptuno en Aries aporta una neblina mística que impulsa a actuar con propósito. No basta con imaginar: es tiempo de manifestar lo invisible en hechos concretos. Los nodos en el eje Piscis-Virgo cierran la escena recordándonos que debemos soltar el control, sanar desde el alma y fluir con el orden natural de las cosas. Bajo este cielo, Halloween deja de ser una fiesta de sustos y se convierte en una ceremonia interior.

Cada signo del zodiaco puede vivir esta energía de manera distinta. Aries puede purificarse mediante el fuego y la acción; Tauro debe reconectarse con los sentidos y la gratitud; Géminis abrir portales a través de la palabra; Cáncer honrar su linaje con una vela encendida; León encender su propia luz interior; Virgo limpiar mente y espíritu; Libra reconciliar belleza y sombra; Escorpio renacer de sus propias cenizas; Sagitario expandir su visión espiritual; Capricornio aprender a soltar el control; Acuario compartir su luz con la humanidad y Pez proteger su sensibilidad con compasión.

Así, lo que comenzó como un rito celta y fue transformado por la religión vuelve a renacer en clave astrológica: como un recordatorio de que los ciclos de muerte y renacimiento nunca desaparecen, solo cambian de forma. Halloween, Samhain o como queramos llamarlo, sigue siendo el mismo puente entre mundos, entre tiempos y entre almas. Esa noche, cuando las velas se encienden y las sombras bailan, recordemos que todos somos parte de esa eterna danza entre lo que muere y lo que vuelve a nacer.

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