Pedro Sánchez cree que puede aguantar pese al nuevo portazo de Junts, que ha dado por roto el acuerdo de investidura que Carles Puigdemont selló con el entonces secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en Bruselas. En el Gobierno no ven cambios significativos respecto a la posición que hasta hora ha tenido la formación independentista, que ha mantenido en vilo al Ejecutivo en numerosas votaciones y ha amenazado con la ruptura en varias ocasiones desde noviembre de 2023. “Para nosotros la situación es la de siempre: trabajar para llegar a acuerdos”, señalan en Moncloa.
“Vamos a trabajar como siempre, votación a votación”, agregan esas mismas fuentes tras la decisión de Puigdemont, cuyo partido ha decidido por unanimidad acabar con la negociación con el PSOE, a falta de que lo refrenden las bases. “No podrán aprobar los Presupuestos y no podrán gobernar”, ha expresado el expresident en una comparecencia sin preguntas tras la reunión en Perpinyà (Francia): “Tendrán el poder, pero no podrán ejercerlo”.
Sin embargo, en el Gobierno tratan de alejar el fantasma de la ingobernabilidad. “Por supuesto que la legislatura va a continuar”, señala una de las personas del núcleo duro de Sánchez. “Nosotros somos conscientes de nuestra minoría parlamentaria, desde el primer momento, pero esa realidad no nos ha supuesto obstáculo para ir semana a semana sacando leyes adelante y gobernando”, reflexiona.
Moncloa no ve diferencias con la situación anterior
“Ninguna diferencia”, asegura un ministro sobre la nueva posición de Junts respecto a lo que ya venían haciendo. La formación independentista sumó sus votos a los de PP y Vox para tumbar la ley de la reducción de la jornada laboral, que era la medida estrella de Yolanda Díaz, y ahora había amenazado con rechazar la ley de eficiencia judicial, que es un proyecto clave de Félix Bolaños, a pesar de que inicialmente lo apoyó.
El texto del acuerdo rubricado por Puigdemont y Cerdán en Bruselas aludía a la “estabilidad de la legislatura, sujeta a los avances y cumplimiento de los acuerdos”. La clave para dar estabilidad a la legislatura se interpretó entonces como el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Con sacar los primeros, en Moncloa daban por hecho entonces que el camino estaba expedito hasta 2027.
Sin embargo, en estos casi dos años de relación caracterizados por las tensiones y los ultimátums, en el Gobierno fueron asumiendo que el escenario de un fracaso presupuestario era plausible. Hasta Sánchez trató de disipar dudas al asegurar que continuaría en Moncloa aunque las cuentas públicas para 2026 no salieran adelante. “No los iban a apoyar”, dice un ministro tras las palabras de Puigdemont.
La incógnita: ¿hasta cuándo?
Con esa afirmación del presidente, en Moncloa ya han recorrido una parte del camino para seguir adelante sin actualización presupuestaria. La gran incógnita es hasta cuándo podrá continuar. La decisión es exclusiva de Sánchez, a quien corresponde pulsar el botón nuclear del adelanto electoral. Y lo hará cuando le convenga. Por ahora no hay señales en el gabinete presidencial que apunten a una fecha próxima, aunque los socialistas se encuentran con más ánimo que antes del verano, cuando vieron el abismo con la encarcelación de Cerdán. Después, tras el liderazgo en materia internacional con el rechazo a Israel por el genocidio en Gaza y el reconocimiento del estado Palestino así como los errores de Feijóo, en el PSOE cogieron aire y ven al PP en un momento complicado por crisis como la de los cribados de cáncer de mama en Andalucía o las nuevas mentiras de Mazón sobre su gestión el día de la fatídica dana.
“Habrá que seguir intentando convencer a Junts en cada una de las normas que llevamos al Congreso”, afirma una destacada dirigente socialista que reconoce que es “pronto aún para valorar los efectos de esta decisión”. “Tiene que ser también Junts quien explique el alcance de sus decisiones”, admite una ministra. Por el momento, en el Gobierno consideran que tienen que ir partido a partido. “Máximo respeto por Junts. Mano tendida siempre para seguir dialogando y llegar a acuerdos”, señalan fuentes gubernamentales.
“Pronto para valorar los efectos”
La creencia de las fuentes consultadas desde que Puigdemont lanzó el último órdago al Gobierno es que el único fin de ciclo se produciría si Junts apoyara una moción de censura con PP y Vox y no ven eso factible. “No creo que a Junts le interese un adelanto electoral, sinceramente”, dice una persona del núcleo duro del PSOE, donde consideran igualmente que un gobierno de la derecha perjudica a los intereses de Puigdemont, por lo que consideran que pueden llegar a un equilibrio que mantenga la respiración asistida de la legislatura.
“Respetamos las dinámicas internas de todos los partidos. Hay diálogo, mano tendida y negociación, y vale la pena. Vamos a insistir en esto. Vale la pena dialogar, negociar y alcanzar acuerdos”, dijo la portavoz del PSOE, Montserrat Mínguez, tras publicarse la decisión de Junts, que ahora tendrá que ratificar su militancia, pero antes de que hablara Puigdemont. Mínguez, que es diputada por Lleida, ha asegurado que la continuidad del Gobierno es “lo mejor para Catalunya y lo mejor para España”. Y en el Gobierno niegan la mayor sobre los incumplimientos de los acuerdos que denuncia Puigdemont. “Estamos cumpliendo lo pactado. En lo que está en manos de otros, estamos trabajando para que se cumpla”, afirman en el PSOE.















