“Se acabó la luna de miel”. Apenas seis meses después del nombramiento del primer Papa norteamericano de la historia, los sectores ultratradicionalistas vinculados al movimiento MAGA (Make América Great Again) y a la segunda Administración de Donald Trump, que se las prometían muy felices con la elección de Francis Robert Prevost como pontífice, han visto cuestionadas dos de sus principales iniciativas políticas: las deportaciones masivas de migrantes y la defensa de la pena de muerte.
Fue el mismo León XIV quien, en un improvisado canutazo a la salida de Castel Gandolfo, atacaba a los autoproclamados ‘provida’ en EEUU, que condenan el aborto pero impulsan la expulsión de los extranjeros, o la ampliación de la pena de muerte. “Quien dice estar en contra del aborto pero a favor de la pena de muerte, no es realmente provida, y quien dice estar en contra del aborto pero a favor del trato inhumano a los inmigrantes en Estados Unidos, no sé si eso es provida”, subrayó, tajante, Prevost.
Las palabras del Papa fueron duramente criticadas por algunos prelados ultras, como el cardenal Leo Burke, quien antes había alabado a Prevost por permitirle celebrar, este fin de semana, una misa en latín en el altar de la basílica de San Pedro, o por el ex obispo de Tyler (Texas), Joseph Strickland, defenestrado por Francisco, quien acusó a Prevost de haber “causado mucha confusión” con sus palabras.
“Oremos juntos por el Papa León XIV, por nuestros obispos y por todos los líderes de la Iglesia, para que nunca flaqueen en la defensa de la verdad que Cristo nos ha confiado. Y, con fe inquebrantable, sigamos dando testimonio de que la vida es sagrada y que el Evangelio es el verdadero camino a seguir”, señalaba Strickland, uno de los eclesiásticos más estrechamente vinculados con el movimiento MAGA.
Pero el Papa no se ha quedado ahí. En las últimas semanas, Prevost recibió al obispo de El Paso, Mark Seitz, y a miembros de la organización Hope Border, que trabaja con migrantes acosados en su lugar de trabajo, las escuelas de sus hijos, los centros de salud e, incluso, los templos, que han dejado de ser, durante el gobierno de Trump, “refugios santuario” protegidos. En dicha reunión, León XIV recibió varias cartas y vídeos de migrantes relatando sus experiencias. “Temen las deportaciones masivas de Trump”, declaraba el presidente de la ONG, Dylan Corbett.
Las imágenes mostraban a un Papa visiblemente emocionado. “La Iglesia no puede permanecer en silencio ante la injusticia. Vosotros estáis conmigo. Y yo estoy con vosotros”, señaló el Papa León, quien animó a los obispos a plantar cara a las políticas de odio al extranjero implantadas por la Administración republicana.
“No queremos entrar en la refriega política, no somos políticos, pero necesitamos enseñar la fe”, afirmó tras la audiencia el obispo de El Paso. “Nuestro Santo Padre (…) está preocupado muy personalmente por estos asuntos”, añadió a Seitz, quien aseguró que León “expresó su deseo de que la Conferencia Episcopal de Estados Unidos hable con firmeza sobre este asunto”. “Significa mucho para todos nosotros saber de su deseo personal de que sigamos hablando claro”, apuntó el obispo de El Paso.
Dicho y hecho. Uno de los principales colaboradores de Prevost en EEUU (y en el Vaticano, pues le acaba de nombrar miembro de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano), el cardenal de Chicago, Blase Cupich, denunciaba con rotundidad las “redadas y detenciones migratorias”. “Las familias están siendo destrozadas, los niños viven con miedo (…). Estas acciones hieren el alma de nuestra ciudad. Permítanme ser claro: la Iglesia apoya a los migrantes”, afirmaba, tras regresar de una audiencia que León XIV mantuvo con la cúpula de la Iglesia estadounidense, que en noviembre tendrá que nombrar un nuevo presidente.
En este sentido, y aun siendo conscientes que la mayoría del episcopado USA es netamente conservador, el movimiento vaticano busca aupar a un candidato que fije las ‘líneas rojas’ de la oposición a la persecución de los migrantes. Y es que, en esto, León XIV mantiene la misma postura que dejó fijada Francisco cuando en febrero de 2025, en uno de sus últimos textos publicados antes de ingresar en el Gemelli, escribió una carta abierta a los católicos de EEUU animándoles a defender a los migrantes de su país frente a la hostilidad manifestada por Trump. Un Trump que, por otro lado, hasta la fecha no se ha atrevido a criticar abiertamente a Prevost (con el que, por cierto, no se ha reunido aún. Sí lo ha hecho con su vicepresidente, el católico J.D. Vance).
Cupich, junto con el arzobispo de Washington, Robert McElroy, se ha convertido en uno de los líderes religiosos más críticos con la política migratoria del presidente estadounidense. Así, a su regreso de Roma, con el pleno respaldo de León XIV, calificó de “agresivas”, “innecesarias e intolerables” la caza al extranjero lanzada por el líder republicano.
“Nuestros sacerdotes nos dicen que la asistencia a misa, especialmente en las comunidades latinas, ha disminuido porque la gente tiene miedo de salir. Es muy triste. También tienen miedo de ir al supermercado y buscar ayuda médica”, remarcaba el cardenal de Chicago. McElroy, por su parte, denunciaba cómo “muchas personas de profunda fe han sido detenidas y deportadas”. “Como ciudadanos, no podemos permanecer en silencio ante la profunda injusticia que se perpetra en nuestro nombre”, añadía. Y es que no hay que olvidar que la gran mayoría de los deportados por Trump son, además de extranjeros, católicos.
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