El 28 de octubre se conmemoran 139 años desde que la Estatua de la Libertad fue inaugurada en Nueva York, consolidándose como uno de los símbolos más poderosos de Estados Unidos y del mundo entero.

Este monumento, que ha recibido a millones de visitantes a lo largo de su historia, continúa representando los ideales de libertad, democracia y esperanza que inspiraron su creación.

Un regalo de amistad entre democracias

La historia de la Estatua de la Libertad comenzó como un gesto diplomático entre 2 naciones unidas por revoluciones democráticas. Francia comisionó al escultor Frédéric-Auguste Bartholdi la creación de este monumental regalo para EE.UU., poco más de un siglo después de la declaración de independencia estadounidense y menos de un siglo tras la fundación de la república francesa.

El proyecto fue una verdadera hazaña de ingeniería internacional. La estructura interna fue diseñada por el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel, el mismo genio detrás de la icónica Torre Eiffel en París. La estatua, de 46 metros de altura, fue fabricada en los talleres Gaget-Gauthier en París, donde el público podía visitarla pagando una entrada que ayudaba a financiar su construcción.

Un viaje transatlántico histórico

El 17 de junio de 1885, el puerto de Nueva York fue testigo de un acontecimiento sin precedentes: la llegada de la fragata francesa Isère transportando la Estatua de la Libertad desmontada en 214 cajas. Algunas de estas cajas pesaban más de 3 toneladas. La embarcación había partido el 21 de mayo de 1885 desde Rouen, enfrentando una peligrosa tormenta el 5 de junio que puso a prueba a toda la tripulación.

La partida de la estatua desde París generó tristeza entre los parisinos, quienes habían desarrollado un vínculo afectivo con la obra durante los 3 años de su construcción. Sin embargo, el entusiasmo en Nueva York fue inmediato, aunque la inauguración tuvo que posponerse más de un año porque el pedestal estadounidense aún no estaba terminado.

Inauguración bajo un cielo gris

El 28 de octubre de 1886, bajo un cielo nublado y ventoso, la Estatua de la Libertad fue finalmente inaugurada en presencia del presidente Grover Cleveland. Casi un millón de personas asistieron a la ceremonia en la bahía de Nueva York, que se había declarado día festivo. La población ondeaba banderas estadounidenses y francesas en un ambiente de gran celebración.

La ceremonia tuvo su momento más simbólico cuando Bartholdi retiró la bandera francesa que cubría el rostro de la estatua, revelándola al mundo por primera vez en su ubicación permanente en la isla de Bedloe, que posteriormente fue renombrada como Isla de la Libertad en 1956.

Símbolo de esperanza para millones de inmigrantes

De acuerdo a CBSdesde su inauguración, la Estatua de la Libertad se convirtió en la primera visión que millones de inmigrantes europeos tenían al llegar a EE.UU. tras cruzar el océano Atlántico. Entre 1892 y 1954, más de 17 millones de personas, muchas de ellas provenientes de Hungría, Polonia, Suecia, Rusia e Italia, pasaron por Ellis Island, ubicada cerca del monumento, en busca de una vida mejor.

La poetisa estadounidense Emma Lazarus capturó perfectamente el significado del monumento para estos recién llegados en su famoso poema “El Nuevo Coloso”, escrito en 1883. Sus versos fueron inscritos en una placa de bronce en la base de la estatua en 1903, 16 años después de su muerte: “Dame a tus cansados, a tus pobres, tus masas amontonadas anhelando respirar libres, los desechos miserables de tus costas repletas. Envíame a estos, los desamparados, sacudidos por la tormenta, yo levanto mi lámpara junto a la puerta dorada”.

Estas palabras transformaron el significado de la estatua de un simple regalo diplomático a un símbolo universal de acogida y oportunidad, consolidando a Nueva York como la puerta de entrada a las libertades sociales y oportunidades económicas.

Pese a la situación que vive actualmente el gobierno de EE.UU., la Estatua de la Libertad permanece abierta para todos los visitantes. (Foto: Mark Lennihan/AP)

Un monumento que trasciende el tiempo

La Estatua de la Libertad representa a la diosa romana Libertas, sosteniendo una antorcha en su mano derecha y una tablilla con la fecha de la independencia estadounidense, 4 de julio de 1776, en su izquierda. A sus pies yacen cadenas rotas, simbolizando la libertad conquistada. Originalmente, tenía un color cobrizo, pero con el tiempo adquirió su característico tono verde debido a la oxidación del cobre.

En 1924, fue declarada monumento nacional de EE.UU. 60 años después, en 1984, la UNESCO la reconoció como Patrimonio de la Humanidad, consolidando su importancia no solo para EE.UU., sino para toda la humanidad.

Impacto turístico y cultural

La Estatua de la Libertad continúa siendo uno de los destinos turísticos más visitados de Nueva York. En 2024 recibió 3.72 millones de visitantes, aunque esta cifra se mantiene por debajo del récord alcanzado en 2016, cuando llegaron 4.5 millones de personas. Los visitantes pueden explorar el pedestal, subir los 162 escalones hasta la corona, y visitar el Museo de la Estatua de la Libertad en Liberty Island, así como el Museo Nacional de la Inmigración en Ellis Island.

Abierta pese al cierre gubernamental

En medio de las celebraciones por su 139 aniversario, la Estatua de la Libertad ha estado en el centro de una controversia política. El 1 de octubre de 2025, cuando entró en vigor un cierre gubernamental federal, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, inicialmente anunció que el monumento permanecería cerrado, a diferencia de lo ocurrido en 2018 cuando el entonces gobernador Andrew Cuomo decidió mantenerlo abierto con fondos estatales.

Sin embargo, días después, la administración Trump decidió mantener la Estatua de la Libertad abierta al público durante el cierre gubernamental, garantizando que los visitantes puedan continuar accediendo a este símbolo icónico. Esta decisión permitió que el monumento permanezca operativo para los turistas que desean visitarlo, especialmente durante este mes de aniversario.

Un faro que sigue iluminando

A 139 años de su inauguración, la Estatua de la Libertad mantiene intacto su poder simbólico. Más allá de ser simplemente un monumento turístico, continúa representando los valores de libertad, democracia y esperanza que inspiraron su creación. Su antorcha sigue iluminando no solo la bahía de Nueva York, sino también el camino hacia un futuro mejor para millones de personas alrededor del mundo que ven en ella un símbolo de lo que es posible cuando las naciones se unen en torno a ideales comunes.

Como declaró la gobernadora Hochul durante el reciente debate sobre su cierre: “La Estatua de la Libertad es un faro para los estadounidenses”. Sus palabras resuenan con las de Emma Lazarus más de un siglo antes, recordándonos que este monumento trasciende la política del momento para representar algo mucho más grande: la promesa eterna de que la puerta dorada siempre permanecerá abierta para quienes buscan libertad y oportunidad.

En este 139 aniversario, la Estatua de la Libertad nos invita a reflexionar sobre el significado de la libertad en el mundo contemporáneo y a recordar que, sin importar los desafíos que enfrentemos, su antorcha seguirá brillando como símbolo de esperanza y bienvenida para las generaciones futuras.

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