Un niño mirando una tarjeta navideña en una tienda de regalos en Kozhikode. | Crédito de la foto: K. Ragesh
Hubo un tiempo en que las aceras de la plaza Mananchira estaban llenas de brillantes tarjetas de Navidad y Año Nuevo en colores vibrantes y Papá Noel cubiertos de purpurina. Ahora es cuando esos tokens físicos han sido barridos por los stickers de WhatsApp, las tarjetas electrónicas animadas y las historias de Instagram, y la tecnología está alterando el cociente emocional de la Generación Z.
“La cultura del intercambio de tarjetas de felicitación y regalos físicos ha dado paso a la conveniencia de la mensajería instantánea. Ahora, los jóvenes gastan menos dinero en esos sentimientos”, dice Angelina Rachel, una estudiante universitaria.
Los vendedores que venden tarjetas navideñas tampoco pueden impulsar las ventas como antes. Ahora, la gente gasta menos en estos artículos y prefiere invertir en bienes prácticos. “Pero para nosotros, la Navidad era el momento de escribir cartas y postales a familiares de todo el mundo”, recuerda Sakunthala K., de 70 años, que ha sido testigo de la transformación.
Se ha producido un gran cambio en los hábitos de regalar debido a la brecha generacional. La tendencia de la Generación Z a enviar mensajes de texto está eclipsando la calidez duradera de un gesto reflexivo. “La regla que tenemos para el Papá Noel secreto es que el regalo tiene que ser algo que podamos comer juntos. Preferimos salir a comer y pasar tiempo con nuestros amigos en lugar de darles regalos físicos”, dice Dharvesh KM, estudiante de arquitectura.
Las tarjetas y los regalos, independientemente de su precio, alguna vez pudieron ofrecer a las personas una gran felicidad. La esencia de las celebraciones navideñas estaba entretejida en la simple alegría de compartir tiempo y presentar muestras de afecto. “Esta fue una manera maravillosa de expresar gratitud a aquellos a quienes apreciamos. Todavía prefiero las tarjetas de felicitación a cualquier otro regalo. Pero ahora solo unas pocas personas se regalan tarjetas entre sí. La gente opta por los mensajes digitales, que son solo datos, mientras que una tarjeta física es un recuerdo”, dice Liyana TK, una estudiante de diploma de 20 años.
Como en años anteriores, se está instalando un árbol de Navidad en la plaza Mananchira, que estará envuelto en pequeñas luces en cascada que formarán el corazón luminoso de la ciudad. La fragancia de los pasteles de ciruela recién horneados se difunde en el aire a lo largo de SM Street.
Sin embargo, las papelerías y los librerías que venden tarjetas no reciben el reconocimiento que merecen. “Los regalos que intercambiábamos solían contener una historia. Hoy incluso esa conexión personal se ha perdido”, lamenta Fernando Wilson, de 32 años.
Publicado – 20 de diciembre de 2025 08:05 p. m. IST










