Cuando Jessica Reed se mudó por primera vez a su apartamento, volvió a sentirse como una niña. Deambuló asombrada por cada habitación, probando cada interruptor de luz y grifo como si pudiera conducir a un misterio e incluso se acostó en la alfombra – “mi alfombra”, enfatizó – e hizo ángeles de nieve.

Durante más de una década, Reed había estado entrando y saliendo de la calle, luchando contra la pobreza y el hambre. Pero gracias a Servicios comunitarios del sur del condadofinalmente consiguió su propio departamento para compartir con su hija pequeña en 2021. Y cuando se mudó al espacio que habían preparado, cada detalle, desde el olor a pintura nueva hasta el colchón nuevo, fue una fuente de asombro.

Fuente