Condenado a una pena de cinco años de cárcel, Nicolas Sarkozy se ha convertido este martes en el primer expresidente francés bajo el actual sistema político (instaurado en 1958) en ingresar en prisión. Acompañado por cámaras de televisión y policías por las calles de París, Sarkozy ha hecho el trayecto a primera hora de la mañana desde su domicilio hasta la prisión de la Santé.
El expresidente ha llegado a la cárcel unos 20 minutos antes de lo previsto. “¡Oh, bienvenido Sarkozy!”, “¡Ahí está Sarkozy!”, han gritado los presos desde las celdas, según los periodistas de la agencia AFP presentes en el lugar.
Sarkozy, así como varios de sus colaboradores más cercanos, fueron condenados el 25 de septiembre por un delito de asociación de malhechores. El tribunal consideró probada la existencia de “un pacto de corrupción” con el régimen del dictador libio Muamar el Gadafi, que habría enviado grandes cantidades de dinero al entonces candidato a la presidencia, a cambio de posibles contrapartidas financieras, diplomáticas e industriales.
Aunque la defensa de Sarkozy ha recurrido la sentencia, el expresidente se encuentra desde este martes en prisión debido a la ejecución provisional dictada contra él. Una medida que los magistrados justificaron por la “excepcional gravedad de los hechos (… ) cometidos por un responsable político que aspiraba entonces al cargo más alto de la República”. El caso debe examinarse en segunda instancia en los próximos meses.
La administración penitenciaria francesa ha decidido que el exjefe de Estado pase en régimen de aislamiento su estancia en la cárcel. Como sucede con expolicías, políticos, personalidades mediáticas o cualquier persona que se considere en riesgo por el contacto con otros presos, se ha optado por un régimen que minimice la posibilidad de incidentes.
En este sentido, se barajó también la opción de internar a Sarkozy en uno de los llamados sectores vulnerables, pero esta opción planteaba algunos problemas. Por ejemplo, Sarkozy hubiera tenido que compartir el sector con otros dos condenados en primera instancia por el caso libio: el intermediario Alexandre Djouhri y el financiero Wahib Nacer.
Según los medios franceses, Sarkozy contará con su propia celda, de unos 10 metros cuadrados; además de una cama, un pequeño escritorio fijado a la pared, una ducha y un inodoro. Podrá disponer de una nevera y una televisión (con coste adicional), así como de una cabina telefónica con números pregrabados. También tendrá acceso vigilado a un pequeño patio de recreo vallado, aislado del resto de la prisión. Podrá disfrutar de acceso a un gimnasio y una biblioteca. El expresidente tenía derecho a llevar además tres libros de casa: eligió los dos tomos de El conde de Montecristo y una biografía de Jesús, escrita por el historiador Jean-Christian Petitfils.
Son condiciones notablemente mejores que las del centenar de internos que actualmente duermen en colchones en el suelo de la prisión parisina, en celdas compartidas. Según datos de los sindicatos de prisiones, la Santé cuenta en este momento con una ocupación del 190% de su capacidad. La situación de las cárceles y el hacinamiento de los presos le ha valido a Francia múltiples condenas y llamadas de atención de instituciones internacionales.
Ataques contra la Justicia
En todo caso, no se espera que la estancia en prisión de Nicolas Sarkozy dure mucho tiempo. Sus abogados podrán, desde el primer día de su encarcelamiento, presentar una petición de liberación ante la sala de apelaciones penales. Ésta tendrá un máximo de dos meses para responder. Dada su edad y la notoriedad del caso, es muy probable que pueda beneficiarse de una rápida puesta en libertad. Salvo que la justicia estime que, en caso de liberación, existe riesgo de fuga, reincidencia o presión sobre los demás testigos.
No obstante, los jueces podrían también tener en cuenta –en sentido negativo– la campaña de comunicación del expresidente contra la Justicia. Desde el momento del veredicto, Sarkozy no ha dejado de denunciar “un complot” y que su condena “viola todos los límites del Estado de derecho”. Minutos antes de entrar en prisión, ha publicado un nuevo comunicado en el que denuncia “un escándalo judicial” y afirma “sentir una profunda pena por Francia (…) humilllada por una la expresión de la venganza” contra él.
Una campaña de ataques contra la Justicia en la que Sarkozy ha podido contar con el apoyo del aparato mediático de su amigo el magnate Vincent Bolloré. En el canal de televisión CNEWS un nutrido grupo de tertulianos e invitados han denunciado “la República de los jueces”, un término recurrente con el que sectores ultraconservadores acusan a los magistrados de poner en práctica una agenda oculta abusando de su poder.
Su hijo Louis, que ya ha anunciado que se presentará como candidato a la alcaldía de Menton, en la frontera con Italia, convocó el martes una concentración en apoyo a su padre.
Durante la campaña de ataques contra el mundo judicial apenas se han mencionado las pruebas que aportó la investigación (la instrucción duró más de una década) ni los otros procesos judiciales contra el antiguo jefe de Estado francés.
Otros procesos judiciales
Condenado a tres años de cárcel en el llamado “proceso de las escuchas”, Sarkozy pudo cumplir una parte de la pena con una pulsera electrónica (antes de ser puesto en libertad condicional).
El 26 de este mes se conocerá la decisión definitiva del caso Bygmalion, por el que Sarkozy fue también condenado a un año de cárcel por la financiación ilegal de su campaña de 2012. Otros procesos judiciales están en curso, como el que le liga a la atribución fraudulenta del Mundial de fútbol de 2020 a Qatar.
Reacciones políticas
Si bien los medios de comunicación de Bolloré han decidido apoyar incondicionalmente al expresidente de la República tras su condena, la mayoría de los responsables de su partido, Los Republicanos (LR), han sido más discretos y se han limitado a expresar su “solidaridad personal” o su “amistad en los momentos difíciles” y no han querido cuestionar públicamente la decisión de los jueces.
Una postura similar a la que ha mantenido para el actual ministro de Justicia, Gérald Darmanin, antiguo protegido de Sarkozy, tránsfuga desde LR al macronismo en 2017. Obligado por su cargo a no comentar casos judiciales, Darmanin se reunió hace unos días con Sarkozy, según reveló Los nuevos objetos. El lunes anunció que iría a “visitarlo a la cárcel”, para preocuparse por las “condiciones de seguridad” durante su detención.
El mismo día se supo que Sarkozy se reunió en el Elíseo con Emmanuel Macron el pasado viernes. “Es normal que, en un plano humano, haya recibido a uno de mis predecesores en este contexto”, justificó el actual presidente.