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Qué ver en Gijón en 48 horas: un fin de semana entre sidra, mar y calles llenas de vida

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Gijón no necesita mucho para convencer. Es una ciudad que se disfruta sin hacer planes complicados: se pasea, se come bien y siempre hay algo cerca que apetece ver. Tiene el mar al lado, un centro fácil de recorrer y ese ambiente que mezcla lo urbano y lo marinero sin apenas darte cuenta.

En un fin de semana da tiempo a hacerse una buena idea de lo que ofrece. Lo justo para probar la sidra, recorrer Cimadevilla, ver el Cantábrico desde lo alto y dejar algún plan pendiente. Porque Gijón tiene esa cosa que engancha: cuando te vas, lo normal es que lo hagas pensando en cuándo volver.

Para aprovechar al máximo tu tiempo, aquí tienes una guía de fin de semana para conocer la ciudad, desde que llegas un viernes hasta que te vas un domingo. Toma nota para darle forma a tu agenda, pero sin planes demasiado ambiciosos: en esta ciudad, más que correr de un lado para otro, hay que disfrutar con calma.

Viernes tarde: primer paseo junto al mar

Nada mejor que empezar la escapada junto al mar. La playa de San Lorenzo es el corazón de Gijón y uno de sus símbolos. Su paseo, conocido como El Muro, se extiende durante más de un kilómetro desde el Rinconín hasta la iglesia de San Pedro, y permite disfrutar de las primeras vistas del Cantábrico y del perfil de la ciudad.

Muy cerca está Cimadevilla, el barrio más antiguo y uno de los más característicos. De origen marinero, conserva ese aire popular que se respira en sus calles empedradas y sus fachadas coloridas. Desde aquí se sube al Cerro de Santa Catalina, donde se alza el Elogio del Horizonte, la gran escultura de Eduardo Chillida conocida popularmente como el ‘váter de King Kong’. Si se llega con tiempo, el atardecer desde arriba es más que recomendable. Si no, habrá que reservarle un hueco durante el fin de semana, porque es una de las vistas imprescindibles de Gijón.


Gijón desde el aire.

Viernes noche: sidra y cocina marinera

La noche arranca en Cimadevilla o en el puerto deportivo, dos zonas con mucho ambiente para cenar. Las sidrerías y tabernas locales ofrecen lo mejor de la cocina gijonesa: pulpín con patatines, bocartinos fritos, chopa a la sidra o pastel de cabracho. La sidra se comparte, verás que se escancia con ritmo y que marca el compás de la conversación.

Después de cenar, merece la pena dar un paseo por el puerto. Las luces reflejadas en el agua y la vista de las barcas amarradas resumen bien el espíritu marinero de la ciudad. Gijón se vive a pie, entre bares, terrazas y calles que conservan su encanto tanto de día como de noche.

Sábado mañana: historia y carácter

El sábado puede empezar en el corazón del casco histórico, en la Plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento. A pocos pasos se encuentra el Palacio de Revillagigedo, que acoge exposiciones temporales, y el Museo Casa Natal de Jovellanos, dedicado al ilustrado gijonés más célebre. Ambos forman parte del conjunto monumental de Cimadevilla y ayudan a comprender la historia de la ciudad.

También cerca, las Termas Romanas de Campo Valdés son uno de los vestigios más antiguos de Gijón. Bajo una estructura moderna se conservan los restos de unas termas públicas del siglo I, que muestran la importancia de la antigua gigia. Desde allí, un paseo por el Muro de San Lorenzo conduce de nuevo a la playa, donde el mar cambia de aspecto a cada hora del día.


La Cuesta del Cholo junto al Puerto Deportivo de Gijón.

Sábado para comer: sabor a mar y a sidra

A la hora de comer, cómo no, la cocina local es protagonista. De nuevo, y ahora con más luz, en Cimadevilla o el entorno del Puerto Deportivo abundan los locales donde probar recetas con producto del Cantábrico: pixín, calamar de potera, oricios, chicharrinos o merluza a la sidra. Tampoco faltan los platos de cuchara, con la fabada o las fabes con almejas entre los más típicos.

El ambiente en las sidrerías es parte de la experiencia, aunque encontrarás restaurantes de todo tipo donde es prácticamente imposible terminar comiendo mal. La gastronomía en Gijón es tan importante como visitar sus propios monumentos; aquí la mesa también forma parte del viaje.

Sábado tarde: Jardín Botánico y Universidad Laboral

La tarde invita a salir un poco del centro. A media hora en transporte público desde el centro se encuentra la Universidad Laboral, una construcción monumental de mediados del siglo XX que impresiona por sus dimensiones. Hoy acoge espacios culturales, talleres y un teatro y, desde su torre, que con sus 130 metros presume de ser el edificio de piedra más alto de España, se obtiene una panorámica completa de la ciudad y de la costa.

Justo al lado está el Jardín Botánico Atlántico, un espacio verde de más de 25 hectáreas que recrea distintos paisajes del norte atlántico. Los senderos, las zonas boscosas y las áreas temáticas convierten la visita en un paseo tranquilo entre robles, helechos y estanques. Es un buen contrapunto al ambiente urbano del casco histórico.

De regreso a la ciudad, y para terminar la tarde, se puede dedicar un rato a caminar por Begoña, Corrida o Los Moros, tres calles llenas de vida, comercios y terrazas donde siempre hay movimiento.


La Universidad Laboral de Gijón.

Sábado noche: sidra y ambiente local

La segunda noche tiene nombre propio: sidra. Las zonas de Fomento, la Cuesta del Cholo o la Plaza del Lavaderu reúnen buena parte del ambiente local, con sidrerías, bares y pequeños locales donde se puede cenar a base de tapas, carnes o platos asturianos como el cachopo o el chorizo a la sidra.

El ambiente es alegre pero sencillo, sin pretensiones. Gijón mantiene esa autenticidad que no se fuerza, y que se nota en la forma de salir, de comer y de hablar. Una noche aquí sirve para entender por qué la ciudad tiene fama de acogedora.

Domingo mañana: tradición asturiana

El domingo puede empezar en el Muséu del Pueblu d’Asturies, un museo al aire libre que muestra cómo se vivía en el campo asturiano. Hay hórreos, aperos de labranza y una buena colección de fotografías antiguas. Muy cerca se encuentra el Muséu de la Gaita, pequeño pero curioso, dedicado a este instrumento tan ligado a la identidad regional.

Después, merece la pena dar un paseo por el cercano Parque de Isabel la Católica, uno de los más agradables de Gijón, con estanques y aves. Si el viernes no llegaste a subir al Cerro de Santa Catalina… ni lo pienses: este es el momento.


La Casa Natal de Jovellanos en Cimavilla (Gijón)

Domingo para comer: últimos sabores

Antes de irse, toca despedirse con buena comida. En el centro o junto a la playa abundan los locales donde probar platos de siempre: congrio con arbeyinos, pixín con bugre oh cachopos generosos. Y para terminar, un dulce: arroz con leche, tarta gijonesa o casadiellestres clásicos que saben a despedida.

Antes de marcharse esa misma tarde, aún hay tiempo para un último paseo por el centro histórico o el puerto deportivo. La ruta Gijón Goloso propone probar postres típicos en algunas de las confiterías más emblemáticas. Y si apetece un café, el Café Dindurra, todo un clásico de la ciudad, es el lugar perfecto para hacerlo.

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